sábado, 6 de diciembre de 2008

La dicha no es cosa alegre

La suerte de los hermanos no era la misma.
Definitivamente a los ojos de la sociedad Jorge había nacido con una estrella y Fidel había nacido estrellado.
La vida de ambos había sido muy distinta, las oportunidades de cada uno, incluso eran hijos de distinto padre (quizás esta sea la clave de tanta desigualdad).
Los años pasaron y cual dos iceberg en el medio del océano, estos se distanciaron. Jorge siempre afortunado y con su “Dios Blanco” dándole fortuna y soledad por doquier. Fidel en cambio peleaba con la vida y con la muerte, su “Dios Negro” lo exigía mas de lo que podía y lo único que recibía a cambio eran la comida justa como para tirar para el día siguiente, una familia y un grupo importante de amigos… y también algunas postales de bonitos y exóticos lugares del mundo que siempre le enviaba su hermano, haciéndole acordar que había “gente afortunada” en el mundo.


Después de la excesiva ingesta de coñac, George (así lo llamabas sus allegados) se retiro casi sin decir palabra de la mesa en la cual estaba sentado. Con un gentil “Buenas noches” después de la ultima entrada, alcanzó para sortear a los que esa noche habían compartido una de sus peores partidas de poker de los últimos años.
Solo, ya en su cuarto, se quito el moño, se desabrocho los primeros botones de la camisa, se quito los zapatos y acto seguido se dejo caer sobre el sommier que predominaba el campo visual del cuarto.
Cayó en un sueño profundo y pronto empezó a navegar en pesadillas horribles para el, perdida de propiedades, caída de las acciones de sus empresas, partidas y partidas de poker perdidas que lo acercaban al endeudamiento, números en rojo giraban en su cabeza, rasguñaba su almohada desesperado de solo pensar en tener que trabajar. Entre sollozos consiguió despertarse y ver que todo había sido una pesadilla, una horrible pesadilla capitalista.
Miro de reojo a su costado y vio entre las sabanas a su Dios, y supo volver a dormirse, con la certeza de que no era tan “blanco”, y que algún día su estrella se apagaría.

Paradójicamente, en algún barrio de la Capital Federal, su hermano, trataba de dormir, entre pesadillas y ladridos de perros. Su cama no se parecía en nada al sommier de Jorge, su cama era dura, incomoda, y compartida. Su mujer lo mimaba siempre que podía y Jorge no tenía conocimiento de lo que era eso.
Las pesadillas eran poco frecuentes en Fidel y nada tenían que ver con el alto vuelo de las pesadillas de jorgito. El se debatía entre asaltos, balas, despidos, secuestros y todo hecho delictivo que nada tiene que ver con el primer mundo en el que vivía su hermano.
Sobresaltado se despertó, vio a su lado a su mujer placidamente dormida y cuando volteo la cabeza vio a los pies de la cama a su Dios, que lo miraba y supo volver a dormirse con la certeza de que era tan “negro” y que su estrella pronto iba a empezar a brillar.

1 comentario:

ChaPa ((( 22 ))) dijo...

Cada día mas sorprendido estoy con usted Marianito...


Nose porque usted dice que no tiene capacidades para esto...


P.D: quiero hacer un post en su blog... Me calenté con eso y lo quiero!



ChaPa ((( 22 )))