viernes, 5 de septiembre de 2008

Los idolos estan en los pasillos

En este viejo caserón donde yo vivo las cosas nunca estuvieron bien, tampoco demasiado mal. Que se yo, la fuimos llevando como podíamos. Siempre fuimos muchos. Al principio, cada uno en su rincón intentaba matar el hambre como le salía, siempre algo se ligaba pa’ saciar la hambruna. Pero el tema es que cada vez éramos más, y lógicamente nos surgió como ineludible el intentar organizarnos un poco, quien sabe si para bien. Así fue como inventamos nuestras nuevas formas para convivir, cada uno habitaba tranquilo y privadamente en su cuarto, pero en el living –gigante, sonoro y humeante, como un gran sector fumadores- nos encontrábamos todos.
Repito, nunca estuvimos bien, pero tampoco demasiado mal. Habia períodos más complicados, en los que más de uno tuvo que irse de la casa, en los que otros aprovechaban y acaparaban dos o tres cuartos, lo que nos empujaba para discutir acerca de cómo hacer para expulsar a esos miserables y volver a la igualdad previa. Hubo batallas internas y, debo admitir que hasta se derramó sangre en algún caso. Pero después todo volvía al status quo y la rueda giraba nuevamente. En esos tiempos, la discusión llegó a ser carne diaria, y las opiniones sobre la forma de convivir eran variadísimas. La nobleza y el Interés nunca exhibieron mejor su disonancia. La opinión, la guerra y el status quo rigieron por esos tiempos gran parte de nuestras vidas. Muerte, esperanza, y viceversa. En los pasillos me encontré con grandes luchadores, grandes hombres, yo mismo los seguí en su lucha incomparable. También me crucé con otros, pero siempre desde lejos.
Hace algunos años, entre la pasión de aquellas discusiones -eternas mientras duraban- apareció en la casa un nuevo hombre, un tipo distinto, que enseguida conmovió a los mas jóvenes. Este tipo se llamaba Rock, el señor Rock. Era diferente de los anteriores, Rock cautivaba, nos hacia parte y nos daba un lugar, y rápidamente todos nos encolumnamos detrás de él, y así cada uno de nosotros se llegó a identificar con su avasallador espíritu musical. Las guerras seguían, pero gran parte de nosotros nos abrimos un poco de todo aquello y decidimos entrar en esta nueva sinfonía.
Si bien aún se sentía una angustia subyacente, admito que para mí todo parecía ideal. Todo me cerraba. Un día me encontré y conversé con Rock. Tenía que aprovechar el momento, así que, de salida, le pregunté qué le importaba, y Rock me dijo: “la armonía, la juventud, la fuerza, la rebelión, la belleza y la creación”. Le pregunté para qué, y me dijo: “para que miles deliren por mí, para dar la posibilidad de crear sin compromiso social alguno, para ofrecer el arte por el arte mismo, y algunas veces también para poder obtener algún objeto deseado, mujeres hermosas, y más objetos aún más deseados, para hacerme popular, para que todos paguen mis sustancias, y para que me festejen cuando las consumo, consumiendo también ellos otras sustancias más baratas, para casarme con una modelo uruguaya, para poder despreciar gente en público, para que alimenten inmensamente mi ego, para poder internarme en un psiquiátrico, para poder suicidarme con más derecho, para viajar en aviones y para demostrale al mundo que –inexplicablemente- una lengua roja o un par de gafas negras son símbolos tan respetados como cualquier otra insignia de valores de igualdad”.
Me pareció el tipo más narcisista, inocuo y farandulero de este viejo caserón, quien nunca hizo daño, pero nunca impidió que el daño se hiciera. Miré alrededor y pude observar que, mientras todos embelesados nos entregábamos al rock, aquél que tenía tres cuartos usurpó otro cuarto y otro más, seguí observando y me di cuenta de que varios hombres de los pasillos murieron, y que muchos más fueron a ocupar ese lugar.
Antes de terminar la charla, le tiré la última pregunta... ¿vos dónde naciste?, al toque me respondió: “no soy de esta casa, soy mitad inglés y mitad estadounidense”. Claro, le dije.
Después de esa conversación –desilucionante, por cierto- las cosas cambiaron, debo aclarar que jamás abandonaré la música, ya que definitivamente es una parte muy intensa de mi vida y por siempre lo será, también la creo imprescindible para el espíritu de esta antiquísimo caserón, pero ningún Sr. Rock me la va a venir de jugar de ídolo, porque como dijo mi amigo Luca P., la música es otra cosa. Después nuevamente busqué a los grandes hombres, era ya un poco tarde y la mayoría habían muerto, pero por suerte algunos quedaban. En los pasillos. Desde luego.
Orlando
Aclaracion del blog:
Desde el presente post, esperemos tener mas presencia de este tipo de Escritores/Amigos invitados.
Gracias Querido Orlando!!!!

4 comentarios:

Lic. Gard dijo...

Puesto que el posteo no lo escribi yo, me voy a dar el lujo de "firmarme" y aprovechar una vez mas para agradecer otra vez a Orlando, un grande, un tipo con una simpleza tremenda a la hora de narrar historias, pero con una riqueza inexorable en su relato.
Espero sinceramente que pronto pueda acompañarnos con otras de sus historias.
Al igual que me encantaria que si el resto de los lectores tiene algo para mostrar o contar o alguna musica que quieran conpartir , lo hagan sin miedos, que van a tener un lugar en mi blog.

Anónimo dijo...

Acá tienen que firmar el Chapa y Mariposita! sino la nota es y será claramente una decepción. El otro que tiene que firmar es el Tincho (alias Martín, el dato) a quien ya le fue informado por medio fehaciente que si no escribe una nota -por lo menos acerca del cielo raso que no termina nunca en su casa- no puede objetar nada más de ningun escrito.
Gracias Licenciado por lo que me escribiste. Un Abrazo.
Orlando.-

*Mariposita* dijo...

Bueno, haciendo caso a nuestro amigo orlandoo paso a dejar mi gancho! jajajaja

y el que no comenta es un chancho!

Es real lo que decis .."la musica es otra cosa".. y por suerte uno le da el rumbo que quiere, es tan maravillosa que te da hasta esa libertad..

saludetes..

Martin Akademia dijo...

jaja bueno, te repito lo q te dije antes por MSN. Me gusto el relato, la idea. Y creo que se puede extender mucho mas con otros temas de la vida pero partiendo de la idea inicial. Martin